Hoy
me encuentro ante la deuda más hermosa, que es hacerte una canción,
que es la dueña de la acción más
jubilosa, que es robarte la
atención.
Para decirte que es tu abrazo el que me hace sentir viva,
y tu sonrisa es aquel dispositivo que
ejecuta mi entusiasmo.
Tendrías que irte enterando que no hay goce semejante
que
tu corazón gigante se acueste en el
cuarto de al lado.
Que risueña, triste o chinchuda, tenerte cerca me ayuda.
Porque pa’ mí ha de ser perfecto, que
seas la hija de mis viejos.